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 Y por un rato Madrid cambió las pipas por emoción

En esta tauromaquia moderna donde la monotonía está presente en la mayor parte de las tardes, donde la piedra se llena de cáscaras de pipas y los ojos de los espectadores se fijan en los móviles en vez de en el ruedo, dos toros mansos de Cortés han conseguido que vuelva el murmullo de Madrid, los “uys”, los olés y sobre todo las pipas a la bolsa.

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En quinto lugar, salió Andaluz, un toro de 587 kg que fue condenado a banderillas negras, al salir de uno de los pares Curro Vivas fue empotrado contras las tablas, culpa en parte de la poca atención de los otros matadores en los quites. En la faena de muleta, Ureña, se llevó al animal a los medios, allí le pegó una buena tanda con la derecha tapándole mucho la cara al toro, que rápidamente se despistaba, con la izquierda anduvo muy valiente cobrando naturales de gran factura ante las embestidas descompuestas del animal. Cerró con un emocionante trasteo por abajo. Mató de una gran estocada recibiendo, después de un pinchazo. Encuentro en el que sufrió un fuerte pitonazo en el pecho que le mantuvo unos segundos sin poder levantarse del suelo. Se atascó descabellando y dio una aclamada vuelta al ruedo tras dos avisos.

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El mejor toro de la tarde fue el otro de Cortés, muy manso también de salida. José Chacón con la brega y Rafael Viotti con un segundo par muy ajustado en la cara del toro, Protagonizaron un gran tercio de banderillas. En la muleta de Castella, se vino arriba el animal, y el francés lo hizo con él. Tras dos muy buenas tandas por el pitón derecho, el espada no terminó de ceñirse con la izquierda. Complementó la faena con numerosos adornos y terminó con unas ajustadas manoletinas, le espada le privó de una posible salida a hombros.

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En cambio, en el primero Castella, anduvo por debajo de un buen toro de Victoriano, fuera de sitio no exprimió las posibilidades del animal. Mató de una estocada muy defectuosa.

Sin confianza estuvo Ureña con el segundo, un complicado y descastado animal, con el que el murciano no se vio por ninguno de los dos pitones. Pinchó hasta en cuatro ocasiones y su labor fue silenciada.

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Poco pudo hacer Ginés Marín con el peor lote de la tarde, un tercero muy protestado de salida, que derribó al picador en el primer encuentro y recibió una mala lidia por parte de la cuadrilla. Rajado, el animal acusó las querencias desde el inicio de la faena. Mató de un espadazo.

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Al sexto lo recibió por templadas verónicas el extremeño, también derribó al caballo en el primer puyazo, y peleó empujando con los riñones el segundo. El público pidió sin fortuna una tercera vara. Poca historia en la muleta, donde ni toro ni torero quisieron. Volvió a matar de una gran estocada.

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Nerea Etxarri

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